el amor esta noche?
Es donde estamos.
Elton John
Durante mi niñez y adolescencia abundó el rock, no lo
había meditado hasta que comencé a escribir el borrador de este texto. Antes de
los quince años, no lo supe entonces, presencié uno de los conciertos más
increíbles de mi vida: Il balletto di bronzo, banda italiana de rock progresivo
en la que el vocalista paseaba con una máscara de mujer y ropa femenina. Yo
estaba incrédulo viendo al anciano despojarse de disfraces para descubrir su
rostro más mujeril que aquella máscara.
De
regreso a casa pensé que mis tíos me darían un sermón sobre lo que ahora
entiendo como identidad de género. Con el tiempo me hablaron de Elton John,
Freddy Mercury, George Michel, Pete Townshend, entre otros. Entendí que estar
en el arte era ser libre. Estudié música y teatro, pero en la literatura, al
descubrir que no era algo imposible de alcanzar, me sentí refugiado y me quedé.
Un
escritor regiomontano -recuerdo que en los primeros semestres de la licenciatura
en Letras se hablaba mucho sobre él y de nuestro deseo de escribir como él lo
hacía- también había trabajado durante mucho tiempo con las formas que toma la
masculinidad y la diversidad sexual. Diez años después de aquel concierto,
trabajé con él en la compilación de su obra narrativa. “Aquel hombre nos dio
patria”, dije durante una reunión, yo señalaba a Joaquín Hurtado, quien
ferozmente y por muchos años participó del activismo de lo que ahora llamamos
“queer” o “LGBT”.
Si bien el entendimiento de la otredad aún permanece como
un sueño, quienes participaron, directa o indirectamente, de la visibilidad de
lo diverso, nos dieron el regalo de la posibilidad y el poder: poder salir sin
miedo, poder decir quién soy, poder tener los mismos derechos que nuestros
vecinos.
La
realidad es que, más que patria, es una cultura identitaria que te forja el
carácter a la mala o te deja en el camino siendo preso de los otros. Fue así
como, desde Joaquín, busqué identificar figuras icónicas de finales del siglo
XX, ya terminada la revolución sexual, en la que, como en cualquier guerra,
muchas caras se han perdido.
Hoy particularmente pienso en Elton John, extravagante
sin disculpa. Y pienso en aquella imagen que todo mexicano ha visto: machos reprimiendo
cualquier manifestación “joteril” en casa mientras no evitaban corear algún
concierto televisado de Juan Gabriel. La música de Elton vive conmigo desde que
vi a los cuatro años El rey león, y
volvió, más viejo yo y más viejo él, a mi vida con la película biográfica Rocketman. Ahora, a pesar de las
oscuridades del mundo, puedo sentir el amor esta noche, es donde estamos.
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