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Planeta fuego, por Aida Sifuentes


Unos dedos recorren mi cuerpo
rozan mi cadera
y continúan su viaje silencioso
hacia mi interior.
Lo tocan.
Lo transforman en agua.
Son mis dedos.
Soy yo.
Es la soledad
que impera en el mundo.
Sin poder salir
y tampoco entrar.
Es la cuenta eterna
de los días que no se acaban.
La libertad es el horizonte.
Pienso en mi desgracia:
flotar a la deriva
sin una voz que me acompañe.
El videochat pixeleado.
La llamada sin conexión.
El mundo se quema y yo con él.
El planeta tierra.
El planeta aire.
El planeta agua.
El planeta fuego.

Todo existe.
Todo fluye.
Todo desaparece.
Yo no soy.
Yo no vivo.
Yo no siento.
Yo soy el dedo y el impulso.
Soy todas las tragedias
confinadas en un ser.
Soy Ulises navegando en mí misma.
Soy el mástil al que debo atarme
para no volverme loca.
Yo soy la batalla.

Me conquisto.
Me conozco y desconozco.
Me inundo para no arder.

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