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Mostrando las entradas de marzo, 2020

TODO ES LUZ, por Elena Gómez

No hay sombra en un sótano, el sótano es la sombra un abismo a la medida guardián sordo de la música sin pared ni tierra ni lago donde dibujar sus vísceras incoloras la sombra muda, sin aliento ni ojos que traguen los miedos ni para mirarlos garganta eclipse humano ácaro de mis pasos sigilosa me sigues diminuta bajo la caída plomiza del sol espigada en el momento de su dorada luz bidimensional célula espejo toco tu índice y enraiza desnuda la imagen duplicada Narciso en lienzo de agua humilde, naces a mis pies corro tras de ti, huyes me aquieto y vienes y te sientas a mi lado jugamos al reloj de sol, me das la hora tildillo enamorado de este polvo que soy me cortejas cada minuto

London Calling (Aproximación No.1), por Fernanda Reinert

A todo se acostumbra uno. Las conservas, comida enlatada y deshidratada, por ejemplo, te saben normal cuando llevas dos años comiéndolas. Te acostumbras a tomar un vaso de agua en cada comida, y nada más. A sentirte triste, a veces porque no has visto el sol en mucho mucho tiempo y te falta vitamina D. A todo, “todo se acostumbra mucho”. Eso decía mamá (siempre citando a la abuela). También decía “que no hay plazo que no llegue ni fecha que no se cumpla”. Las reservas de comida, por ejemplo, estaban pensadas para alimentar a cuatro personas por un año. Nosotros, dos, pudimos extenderlas a dos años, pero no más. El agua estaba pensada para más tiempo, pero creo que no fuimos muy cuidadosos y se nos acabó casi al mismo tiempo que la comida. Por eso mañana saldremos del búnker. El abuelo lo construyó para él, su esposa y sus dos hijos. Tuvo la suerte (o tal vez la mala fortuna, porque creo que le emocionaba la idea) de que la guerra nuclear no llegara hasta mucho después de que sus hi

Pensamientos dedicados para un cobarde, malnacido y asqueroso animal, por César Gaytán

Acepta que eres un farsante. No pierdes nada. No es como que el mundo no se haya dado cuenta. Ya no puedes pasar inadvertido, como siempre. Nadie va a cubrirte, como antes. Eres sospechoso de cualquier cosa. Y posible culpable de todo. Llegó el momento de quitarte la máscara y que escuches que no eres monstruo, ni hay voces en tu cabeza que intentan confundirte. Pero algo de lo que has dicho es cierto: eres un cobarde, malnacido y un asqueroso animal. Vamos por partes. Porque antes de la mierda que eres como persona, hay una fachada bastante… ridícula. Puedes empezar por aceptar que desayunas café con whisky porque fuiste a la peluquería y leíste en una revista de chismes que eso hace la gente con un talento extravagante. “Tips para convertirte en un genio extrovertido de la noche a la mañana”. Pero como alguien como tú no puede decir en público que leyó un artículo mundano, vas contando por aquí y por allá que es un viejo hábito que adquiriste, sin darte cuenta, cuando todavía e

COSTURA I, por Elena Gómez

Un carrete de hilo de algodón azul. Tomo un extremo por la punta con mi pulgar e índice. Lo introduzco en mi boca humedeciéndolo con la lengua. Insaboro. Ensarto y hago el nudo al final de la hebra. Hundo la aguja en el paño de la misma forma como los delfines se sumergen. Los diminutos agujeros de la trama de la tela muestran el camino por el cual debo hilvanar la bastilla. Arriba, abajo, arriba, abajo, puntadas del tamaño de una hormiga, casi idénticas, como la rutina de un día cualquiera. Hoy me topé a la mujer que me dijo que era una inútil. Ella me pareció pequeña, limitada, marchita. Mientras corría por la calle, tratando de alcanzar a mi par de chiquillos que aceleraban el paso para llegar a tiempo a sus talleres, me sentí volar, con el cabello castaño claro despidiendo un sutil olor a manzana verde, mi bolso al hombro y los labios [hoy húmedos y más carnosos que de costumbre] ligeramente satinados. Hoy no amanecí vieja. Me sentí viva desde que abrí los ojos. Mis poros desp