En las calles vacías, en los páramos de la ciudad donde ladra un perro a lo lejos, en las colonias muertas por la noche, me muevo como un fantasma. Siempre sin ser visto, corriendo sobre las botellas rotas instaladas en las paredes, caminando en los techos de casas iguales dispuestas en filas infinitas, esperando en las ramas de los árboles. Mirando, escuchando. Soy poco más que una figura oscura y no cometo pecados. Ustedes me ven, me juzgan. Ustedes me ponen palabras. Pero pecados no cometo. Es difícil, porque si escuchan un ruido saben que estoy allí. Hace falta muy poco para imaginar que hay algo afuera. Cuando no hay nada, ustedes le ponen cosas al vacío. Y en el vacío estoy yo. En la oscuridad, mirando, escuchando. Debes ser menos que nada si quieres ser una sombra. Debes ser rápido cuando sea conveniente, y lento cuando sea necesario. No basta con tener buen ojo o buen oído. Debes ser ojo y debes ser oído. Ustedes no tienen lo necesario. No saben mirar, ni s
Sitio de creación literaria del Seminario de Literatura Francisco José Amparán